Jueves Santo ante el Monumento, en la iglesia conventual de la Merced de Herencia.
Abrimos tu Testamento, tan claro y para todos: acoger sin excluir, amar porque sí -como a hermanos-, servir sin pasar la cuenta, entregar la vida hasta el final.
Y de ahí brota una esperanza que nadie podrá sofocar: tu presencia eucarística y tu presencia encarnada en los más pequeños es nuestra riqueza y nuestro reto; tu liberad, nuestra tarea; tu cruz, nuestra vida.
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