Dios te salve, María, Virgen y Madre de la Merced.
Te saludamos con cariño y confianza de hijos: ¡Esperamos contigo María!
Llena eres de gracia.
Estás llena de amor y de ternura: tú secas nuestras lágrimas y nos consuelas con tu mirada celestial.
El Señor está contigo; Él está en tí como brote de salvación; Él camina contigo para enseñarnos sendas de Merced y gestos de misericordia.
Bendita tú eres entre todas las mujeres. En tí, Dios bendice a toda humanidad; toda vida es bendecida en tu seno.
Bienaventurada porque has creído, por tu "hágase" al Padre, que trae vida y luz a nuestro mundo.
Bendito el fruto de tu vientre. Bendito Jesús, Redentor nuestro, nacido de tus entrañas para darnos Vida; para defender la vida de los más pobres; para visitar y redimir a sus hermanos más pequeños.
Santa María, Madre querida de la Merced: enséñanos a vivir en libertad de los hijos de Dios; descúbrelos los secretos del corazón del Padre.
Ruega por nosotros ahora y siempre. Que cada minuto, a cada paso, sintamos tu mano y tu abrazo, tu sonrisa y tu palabra cariñosa, y entonces tu canto agradecido al Dios de la Vida.
0 Dejaron su opinión:
Publicar un comentario
Tienes la palabra
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.