Miles de peregrinos llegan cada año a la ciudad de Paita, en el distrito de Piura, en Perú, para venerar a la Virgen de las Mercedes, para pedirle y para agradecerle, como hacemos los herencianos. Parece ser que los 60 kilómetros que unen Piura y Paita son un verdadero reguero de peregrinaciones, incluso de niños hacia el encuentro con la Redentora de Cautivos.
La bellísima virgen de mirada severa recibe a sus hijos ataviada con sus mejores galas: mantos de seda y joyas, corona y aureola de oro puro y con 18 brillantes, y alejandrinas, topacios y zafiros. Además, dentro de la corona pende un ancla con un rubi rojo. Todos regalos hechos por sus fieles.
Son incontables los Hijos mercedarios que acompañan a la imagen de la "Meche" o la "chinita", como algunos la llaman, en las salidas procesionales que hace, una por día desde el 24 al 28 de septiembre.
Muy distinto a nosotros, pero vemos cómo el mundo entero la quiere, cómo, al igual que los herencianos, allí también quieren a su patrona. Me parece una maravilla poder contemplar estas manifestaciones de fe y de amor hacia la Virgen de las Mercedes.
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